El Puerto de La Cruz, podía haber presumido de haber albergado un concierto de Los Beatles en mayo de 1963, cuando Paul, George y Ringo habían venido a Tenerife a descansar y huir de una fama que comenzaba a atosigar sus vidas, John había preferido ir a  Torremolinos.

El trio de Beatles consiguió pasar diez días en Tenerife, descansando de la grabación de su tercer single y de la edición del el LP «Please Please», buscando tranquilidad y evadir el fenómeno fan que comenzaba.

«En las Canarias nadie nos conocía y eso empezó a mosquearnos un poco. ´¿Nos conocen? The Beatles… ya saben´. Y ellos decían que no»

Consiguieron disfrutar del clima de la isla, y pasear tranquilamente por las calles del Puerto de la Cruz como auténticos anónimos. Pasearon por las calles de La Orotava, por playa Martiánez, por las piscinas portuenses de San Telmo (hoy Lago Martiánez) y por la plaza del Charco. Visitaron el observatorio de Izaña y el Parador del Teide y además asistieron a dos corridas de toros en la plaza de Santa Cruz.

«Me acuerdo de las playas negras. Estuvimos demasiado rato al sol y acabamos quemadísimos, algo típicamente británico. El primer o el segundo día, Ringo y yo pillamos una buena insolación y recuerdo que pasé toda la noche temblando», contó George Harrison.

Parece que se dio la circunstancia, de que estando de copas en un club nocturno de San Telmo, en Puerto de la Cruz, se ofrecieron a tocar gratis esa noche, a lo que se negó en redondo el encargado del local porque «aquel no era un club para melenudos, sino para personas respetables». David Gilbert era el responsable de aquel local y todavía sigue hoy arrepentido por aquella estupidez.

En su defensa, era relativamente normal que nadie en la Isla supiera quiénes eran los Beatles. Empezaban a arrasar en Europa, pero aquella España de la dictadura franquista estaba lejos, demasiado, del dinamismo, el desarrollo y la modernidad de Gran Bretaña o Alemania.

Estas y otras anécdotas de la estancia de los Beatles, las recoge el periodista Nicolás González Lemus en su libro «Los Beatles en Tenerife».