En la Finca La Costa de Puerto de La Cruz, Tenerife, se situaba la Estación de Antropoides de Tenerife, conocida como la Casa Amarilla. Lugar en que se llevaron a cabo los primeros estudios que relacionaban la primatología con la conducta humana, y donde se gestó el libro The Mentality of Apes, de Wolfgang Köhler. Un texto de gran influencia en las disciplinas de la psicología, la antropología, la filosofía, la primatología y la etología del siglo XX.
Un terreno espacioso rodeado de platanales, reservado de las miradas ajenas y con situación privilegiada. Un lugar donde los futuros huéspedes podrían sentirse prácticamente como en casa. La Academia Prusiana de las Ciencias de Berlín no eligió en vano Tenerife. El clima, la cercanía con Europa y la facilidad, por proximidad al continente africano, para el aprovisionamiento de los animales fueron decisivos a la hora de escoger esta isla como ubicación idónea para la estación.
Con la intención de ampliar la teoría de la evolución de Darwin, la Academia Prusiana de las Ciencias se encargó de conseguir la financiación necesaria. Y junto al asesoramiento y al impulso de profesores de la Universidad de Berlín el proyecto se fue perfilando.
Se pretendía estudiar de cerca a los grandes simios (gorilas, chimpancés y orangutanes) por su proximidad al ser humano, y así poder profundizar en el conocimiento de la mente humana. Previeron que los animales llegasen a Tenerife por distintas vías. Gorilas y chimpancés a través de la antigua colonia alemana de Camerún, y los orangutanes vía Tánger.
Al mismo tiempo que se iniciaba este proyecto, la isla se hacía famosa entre los europeos, principalmente alemanes e ingleses adinerados que querían viajar, conociendo sitios exóticos sin renunciar a las comodidades de sus mansiones del viejo continente.
Los hoteles de gran lujo Taoro y Martiánez cumplirían las expectativas de todos ellos. Y estos grandes hoteles sirvieron además como albergue temporal para los animales, hasta que fueron trasladados a la Casa Amarilla.
Los huéspedes de la Casa Amarilla
Los primeros primates que albergó el centro, fueron chimpancés. Y por la información de la que se dispone, pertenecerían a la subespecie Pan troglodytes troglodytes.
En julio de 1912 llegó un joven macho llamado Cónsul, procedente del Sur de Nigeria. En septiembre del mismo año llegarían seis chimpancés más: Tschego, Grande, Sultán, Tercera, Rana y Chica, desde Camerún.
Probablemente la idea de albergar un grupo compuesto por diferentes hembras y machos, tuvo como objetivo reproducir un grupo social, con la idea que se establecieran relaciones de jerarquía y socialización como las que se dan en estado salvaje.
En junio de 1916, Köhler ampliaría la colección de primates con una pareja de orangutanes Pongo sp., muriendo el macho a los pocos meses de su llegada.
Teuber y Köhler… y Manuel “el de los machangos”
Eugen Teuber, experto en lenguaje y discípulo del psicólogo Wilhelm Wundt, fue propuesto como primer director de la Estación de Antropoides de Tenerife. Así, en enero de 1913 Teuber y su esposa llegaron a la isla desde Berlín.
Teuber, llevaría como herramientas de trabajo un cronómetro, un tocadiscos, una cámara fotográfica, un cinematógrafo y un fonógrafo de Edison. Como personal de apoyo contrataron a Manuel Gonzalez García, conocido como Manuel “el de los machangos”, quien trabajó como vigilante de los chimpancés, encargándose de la alimentación, limpieza y cuidado de los animales mientras permanecieron en La Costa.
Durante el primer año de la Estación de Antropoides de Tenerife, Teuber realiza una descripción exhaustiva de la conducta de los chimpancés: vocalizaciones, comunicación, juego social, utilización de objetos, conductas emocionales, coprofagia, etc.
Se centró especialmente en las conductas inteligentes como la imitación o la capacidad de usar herramientas. Esta última, sería la teoría que desarrollaron posteriormente la Dra. Jane Goodall y el Dr. Jordi Sabater Pi. Teniendo en cuenta ambos, los estudios realizados por Teuber y Köhler.
La casa era un espacio amplio. Con una zona destinada a las habitaciones y otra parte donde residían los simios. El lugar donde se realizaban gran parte de los estudios de Teuber, y más tarde de Köhler, era el amplio patio exterior. Kölher lo llamaba el patio de juegos. Estaba cubierto con una red de alambre, tenía un poste central de unos 5 metros de alto, y multitud de objetos para ser utilizados en el juego. Objetos que bien se podrían considerar precursores de los actuales elementos de enriquecimiento ambiental. Allí, también se encontraban los dormitorios de los primates, provistos de un suelo de cemento y con ventanas enrejadas.
En diciembre de 1913, la dirección de la Estación cambiaría de manos. Wolfgang Köhler llegaría con su familia a la finca La Costa. Él continuará los trabajos de Teuber y se centrará en las observaciones sistemáticas sobre la percepción e inteligencia de los primates.
Manuel González, el guardián de los monos, era orientado por Köhler para que introdujese elementos dentro de la instalación colectiva para la estimulación de los simios, y así poder elaborar los estudios basándose en la observación directa de los animales.
Palos, piedras o cajas eran algunos de los elementos introducidos en el recinto por Manuel.
El experimento de los plátanos colgando del techo, uno de los más difundidos, facilito la observación de la utilización de objetos como herramientas para conseguir el objetivo del chimpancé: el alcance de la comida.
El comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914) tuvo importantes repercusiones sobre la Estación de Antropoides de Tenerife. Köhler se vio forzado a permanecer en la isla durante toda la contienda. La estación fue objeto de diversas presiones, especialmente por ciudadanos británicos residentes en la isla, los cuales sostuvieron, infundadamente, que era sede de actividades de espionaje. Köhler regresó a Alemania en mayo de 1920, quedando los chimpancés a cargo de Manuel González, la persona que se había ocupado de su cuidado desde la apertura del recinto. Siguiendo las instrucciones de Köhler, González envió los primates al zoológico de Berlín, donde morirían en breve corto de tiempo.
Desde el momento del cierre de la estación, en 1915 la “Casa Amarilla” ha sufrido un lento proceso de abandono y deterioro, que ha desembocado en un estado de ruina inminente.
Desde el año 2005, ostenta la condición de Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico por Decreto del Gobierno de Canarias.
Vía | mico.cat | Asociación Wolfgang Köhler de Tenerife | canarizame.com
El último párrafo no es cierto ya que durante el resto de siglo estuvo habitada por la familia del medianero de la finca. Era un espacio con mucha vida y muy bien cuidado. Tengo muchos recuerdos de finales de los 70 y 80 donde pasé algunas temporadas en esta casa con mi familia.